El acoso, también denominado bullying, es un problema global que ha estado siempre presente: ocurre en las escuelas, las oficinas e incluso en los hogares. El problema ha sido abordado por la policía, los funcionarios escolares, los gobiernos y varias organizaciones sin fines de lucro por igual. Sin embargo, con la adopción de la tecnología digital, un problema que existía solamente en el mundo físico se extendió al ámbito en línea, y el ciberacoso se ha vuelto tan generalizado que el término en inglés “cyberbullying” se ganó un lugar en el Concise Oxford English Dictionary.
A continuación, repasamos las diferencias entre el acoso que se da cara a cara y el que tiene lugar en Internet.
Anonimato
En el acoso cara a cara, como su nombre indica, eres muy consciente de quién es tu acosador, o los acosadores. Incluso si el hostigamiento es a tus espaldas, generalmente lo demuestran. Por otro lado, los ciberacosadores tienen una ventaja adicional: Internet puede proporcionarles una capa adicional de anonimato. Los acosadores se esconden detrás de seudónimos y fotos de perfil irreales en mensajes públicos en redes sociales u otro tipo de plataformas, manteniéndose lejos del alcance. Dado que las víctimas no saben quiénes son sus acosadores, disminuye la posibilidad de que estos individuos sean atrapados y permite que realicen sus acciones sin temor a ser castigados.
Una audiencia pública
Según un estudio de Pew Research, el 59% de los adolescentes estadounidenses han experimentado alguna forma de acoso cibernético. Desafortunadamente, el atractivo del acoso cibernético, además de su anonimato, es la facilidad de acceso. Hostigar a alguien cara a cara involucra al agresor, a la víctima y tal vez a algunos transeúntes. Pero, en Internet, el acoso puede propagarse a velocidades increíbles y puede tomar muchas formas, desde mensajes directos ofensivos, rumores públicos e imágenes privadas de la víctima. Peor aún: más de un acosador puede sumarse a esto, estableciendo un efecto de bola de nieve en la víctima.
Estar conectado todo el tiempo
Cuando se trata de acoso en su forma tradicional, es más fácil buscar refugio, ya que el acto en sí depende de la proximidad física que la víctima tiene con el acosador. No se puede decir lo mismo del ciberacoso, ya que eres un blanco sin importar dónde te encuentres, siempre y cuando estés conectado... lo que rara vez es evitable en esta era digital. Puedes irte a dormir y despertarte con una nueva serie de mensajes amenazantes en tu bandeja de entrada o con la aparición de nuevos rumores sobre ti en Internet. Este tipo de acoso incesante puede incluso llevar a las víctimas a sentirse inseguras en el lugar donde deberían sentirse más seguras: sus hogares.
Sin remordimientos
Los ciberacosadores tienden a estar más separados de sus acciones y, lo que es más importante, de las consecuencias de sus acciones, ya que no tienen interacciones cara a cara con sus víctimas. Para decirlo en términos simples: dado que no pueden ver las consecuencias de que sus acciones en las víctimas, tienden a sentir poco o ningún remordimiento. Esto ha sido definido como el efecto de desinhibición en línea. En el caso del ciberacoso, se denomina desinhibición tóxica e incluye comportamientos inapropiados o incluso antisociales como lenguaje hostil o amenazas. Las personas en línea pueden comportarse de manera diferente a cómo se comportan en la vida real, ya que pierden sus inhibiciones y creen que no habrá consecuencias por sus acciones.
En línea es para siempre
Es posible que haya escuchado en alguna película la frase "Lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas", la cual hace referencia a la privacidad de un evento. En el caso de la web, lo que se sube a Internet queda en Internet y ahí se queda, aunque está lejos de ser privado. Es difícil eliminar por completo cualquier cosa que se sube a la web. Desafortunadamente, esto también se aplica a los rumores o imágenes que los acosadores cibernéticos pueden publicar para que otros las vean. En estos casos, puedes pedir a los proveedores de servicios que censuren las publicaciones. Facebook, Instagram, Twitter, YouTube y otros servicios importantes tienen en sus sitios secciones dedicadas que te ayudarán con eso. Incluso hay empresas que se especializan en buscar datos y luego piden a los sitios web que eliminen la información o al menos que dificulten su búsqueda.
Qué hacer si eres víctima de ciberacoso
El acoso, sea digital o cara a cara, es un tema muy sensible que puede ser muy difícil de abordar. Afecta a todos, independientemente de su edad, raza, género o religión. Aunque puede hacerte sentir aislado, recuerda siempre que no estás solo y que hay personas que se preocupan por ti, así que no tengas miedo de buscar ayuda y expresar tus problemas.
Además, recuerda que no es tu culpa y que no has hecho nada que justifique este tipo de comportamiento. Nadie merece ser acosado en ninguna circunstancia, sin importar quiénes sean, cómo se vean o en qué crean.
No te lo guardes para ti; intenta hablar con alguien en quien confíes para recibir ayuda y apoyo. Podrían ser tus padres, docentes, jefe o incluso profesionales de la salud.
Mantén la evidencia del ciberacoso sufrido: imprímelo, haz una captura de pantalla, guárdalo como puedas. Pueden ser correos electrónicos, publicaciones de blog, publicaciones en redes sociales o mensajes directos; solo mantén un registro de ellos. Necesitarás pruebas al momento de denunciar este comportamiento. Reporta el acoso en cada uno de los servicios que alojan el abuso y, si está sucediendo en un foro, puedes marcar los comentarios. Si todavía estás en la escuela, es importante que muestres las publicaciones a tus padres.
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