La reciente noticia acerca del uso de datos personales de más de 50 millones de usuarios de Facebook por parte de una consultora privada está en los títulos de todos los diarios. Sin embargo, más allá de la relación de lo sucedido con un tema político, hay una cuestión de privacidad en la que me gustaría profundizar para explicar por qué no se trató de un robo de información.
Repasemos los hechos: los datos obtenidos de la red social han sido recolectados gracias a una aplicación llamada “This is your Digital Life”, la cual fue instalada por más de 270.000 usuarios. Esta aplicación, aparentemente inofensiva, ofrecía un test de personalidad a cambio del acceso a la información de los usuarios: su perfil, su actividad e incluso la de sus contactos en dicha red.
Haciéndose valer de estos permisos, y principalmente potenciada por el último, la aplicación logró recolectar información personal de más de 50 millones de usuarios. Luego, los datos fueron transferidos a una tercera empresa que utilizó la información con fines de análisis para campañas publicitarias y políticas.
Entonces, ¿por qué no se trató de un robo de información?
Sencillamente porque estos 270000 usuarios instalaron voluntariamente esta aplicación y le otorgaron acceso completo a su vida personal: sus gustos, sus actividades e incluso la de sus amigos y conocidos.
Además, la recopilación de dichos datos se hizo de acuerdo a los términos y condiciones de uso especificados por la red social para aplicaciones de terceros. Es decir, los usuarios aceptaron – con o sin conocimiento – los términos y condiciones y así dieron acceso a su información.
No es la primera vez que sucede que una red social hace uso abusivo o comercial de la información que le brindan los usuarios y se ve involucrada en cuestiones legales a las que deba responder judicialmente. Sin embargo, la información que ya se recopiló, se analizó y se utilizó para la manipulación publicitaria no se podrá remediar.
Pero, ¿qué estamos haciendo como usuarios para evitar el uso abusivo de nuestra información?
¿Has leído alguna vez los términos y condiciones de las redes sociales que utilizas o de los sitios a los que le entregas tu información? Si lo hiciste, probablemente te encontraste con frases como estas:
“En relación con el contenido con derechos de propiedad intelectual (contenido de propiedad), como fotos y vídeos, nos otorgas específicamente el siguiente permiso, sujeto a tu configuración de la privacidad y de las aplicaciones: nos otorgas una licencia no exclusiva, transferible, con posibilidad de ser subotorgada, exenta de derechos de autor y aplicable globalmente para utilizar cualquier contenido de propiedad intelectual que publiques en Facebook o con relación a Facebook”
“Al utilizar una aplicación, esta podrá pedirte permiso para acceder a tu contenido e información, así como al contenido y la información que otras personas hayan compartido contigo. Exigimos que las aplicaciones respeten tu configuración de privacidad, y será tu acuerdo con la aplicación en cuestión el que regirá la forma en que esta utilizará, almacenará y transferirá el contenido y la información que compartas.”
“Nos concedes permiso para usar tu nombre, foto del perfil, contenido e información en relación con contenido comercial, publicitario o relacionado (como una marca que has indicado que te gusta) procedente de Facebook o que hayamos optimizado. Esto significa, por ejemplo, que permites que una empresa u otra entidad nos paguen por mostrar tu nombre o foto del perfil con tu contenido o información sin que recibas ninguna compensación por ello.”
Preocupante, ¿no? La idea no es que te vuelvas paranoico, cierres tus redes sociales ni vivas desconectado. Simplemente se trata de que seas consciente de lo que ocurre con tu información y puedas actuar en consecuencia. Decide mejor qué información brindarás y tomate unos minutos para pensar antes de conceder permisos de forma automática.
El valor de nuestra información personal
El principal motivo por el cual los usuarios no cuidan su privacidad probablemente sea porque no son conscientes del valor que tiene su información. Es fácil pensar en una caja fuerte para proteger joyas, porque entendemos el valor que tienen estos objetos. Incluso resulta casi obvio cerrar la puerta de la casa con llave o guardar el dinero en el banco para que esté protegido.
Sin embargo, cuando hablo de privacidad o de proteger la información, muchas veces me responden frases como:
“¿A quien le pueden interesar mis fotos?”; “Qué importa que Facebook use mis datos, si usa los de todo el mundo”; “No soy una persona famosa ni importante, ¿a quién le puede interesar lo que hago?” o “Quién se fijará en lo que yo estoy haciendo”.
Entonces, suelo hacerles la siguiente pregunta:
“Facebook (Google, Instagram o cualquier otro servicio o red social), ¿es gratis?”
La primera respuesta que suelo recibir es un “Sí”, contundente. Sin embargo, ante mi cara de asombro muchos suelen quedarse pensando. Es que no es fácil darse cuenta que hay servicios que no se pagan directamente con dinero. Pero acaso, ¿no le estamos dando a las redes sociales toda nuestra información, a cambio de utilizar todas sus funcionalidades?
Estas grandes empresas se vuelven millonarias gracias a nuestros datos. Saben qué hacemos, qué nos gusta, quienes son nuestros amigos, nuestra familia. Dónde vamos de vacaciones, dónde estudiamos o trabajamos. Pueden (y de hecho lo hacen) analizar esta información para mostrarnos publicidad de productos o servicios que saben que son de nuestro interés, pueden ofrecernos noticias y otros artículos de información, que saben que nos van a interesar; saben con quién tenemos más afinidad, y quien no nos caería bien.
¿Cuánto valen estos datos para una acción publicitaria o, aún más, para una campaña política?
A lo largo de la historia, diferentes filósofos y pensadores han coincidido con la frase de Francis Bacon: “El conocimiento es poder”, y hoy en día, Internet es la mayor fuente de información que tenemos disponible, al alcance no solo de cualquier persona, sino de grandes empresas y organizaciones que cuentan con las herramientas para analizar y procesar este inmenso volumen de información.
Ser consciente del valor que tiene tu información es el primer paso para comenzar a protegerla. Con pequeños actos, apenas unos segundos para pensar antes de hacer un clic, antes de dar una autorización o aceptar cualquier petición, ya estarás haciendo una diferencia.
Opino que es hora de que los usuarios empiecen a tomar parte activa en la protección de su información. Ya que más allá de los esfuerzos legales o las normas impuestas, en ellos también recae cierto grado de responsabilidad en el cuidado de sus datos.