Telegram se ha ganado una reputación como una de las plataformas de mensajería más seguras y respetuosas con la privacidad en el mercado. Sin embargo, en la comunidad de ciberseguridad, la pregunta que persiste es: ¿Es Telegram realmente anónimo? En un mundo donde la privacidad digital es cada vez más valorada, vale analizar si cumple con las expectativas de anonimato y seguridad que muchos usuarios esperan.

Cifrado: un escudo parcial

Telegram ofrece dos tipos de cifrado: cliente-servidor para chats normales y cifrado de extremo a extremo en los chats secretos que garantiza que solo el remitente y el destinatario puedan leer los mensajes, un punto a favor en términos de seguridad.

Sin embargo, la falta de cifrado de extremo a extremo en los chats normales levanta dudas. A pesar de que Telegram asegura que el cifrado cliente-servidor es robusto, la posibilidad de que la empresa (o cualquier entidad que logre acceder a sus servidores) tenga acceso al contenido de las conversaciones es un riesgo que no debe pasarse por alto.

Telegram utiliza su propio protocolo de cifrado, MTProto, que, aunque es de código abierto y ha sido auditado por la comunidad, su diseño y la centralización del servicio, podría ser un talón de Aquiles en términos de seguridad.

¿Hasta dónde llega el anonimato?

Un aspecto clave del debate sobre el anonimato en Telegram es el requisito de registrar una cuenta con un número de teléfono —aunque permite también el uso de alias—. Esto representa una vulnerabilidad significativa: si un adversario logra asociar ese número con tu identidad real, el anonimato se desvanece.

La posibilidad de ocultar el número de teléfono de otros usuarios, es parte de las opciones de privacidad avanzadas, pero si no se configuran adecuadamente, pueden exponer más información de la deseada.

Es fundamental que los usuarios en la comunidad de ciberseguridad sean conscientes de estas configuraciones y las ajusten según sus necesidades.

Metadatos: el talón de Aquiles

Más allá del contenido de los mensajes, Telegram almacena metadatos que pueden ser muy reveladores y proporcionar un mapa detallado de las relaciones y patrones de comunicación. Estos metadatos son valiosos para entidades que deseen trazar redes de contactos y actividades, lo que representa un riesgo considerable para aquellos que buscan el anonimato total.

Jurisdicción y políticas de privacidad

Si bien Telegram está desde 2018 registrada en Dubái, ha estado registrada en varios otros países debido a razones legales y de seguridad. En sus primeros años, Telegram estuvo vinculada a Berlín, después en Londres y más tarde en Signapur.

El constante cambio de sede está motivado por la filosofía de la empresa de evitar la presión gubernamental y mantener su independencia en términos de privacidad y libertad de expresión. Esto incluye su negativa a proporcionar datos de usuarios a los gobiernos, lo que ha causado fricciones con las autoridades en diferentes países.

La mudanza a Dubái en 2018 fue parte de la estrategia de la empresa para evitar regulaciones estrictas y continuar operando de forma global sin comprometer sus principios, pero también deja las regulaciones legales en un gris. Aunque la empresa asegura que nunca ha compartido datos con gobiernos ni terceros, y que solo lo haría ante una orden judicial “incontestable”, el hecho de que pueda cumplir con solicitudes legales es motivo de preocupación.

Además, Telegram indica que podría transferir datos a otros países para garantizar la continuidad del servicio, lo que añade un nivel de incertidumbre sobre dónde y cómo se manejan los datos de los usuarios.

Conclusión

Para la comunidad de ciberseguridad, es evidente que Telegram ofrece un buen nivel de privacidad, siempre y cuando se utilicen sus funciones adecuadas, como los chats secretos y una configuración de privacidad robusta.

Sin embargo, no es una plataforma completamente anónima. El requisito de un número de teléfono y el almacenamiento de metadatos significan que, para aquellos que necesitan un anonimato total, Telegram puede no ser suficiente.

Alternativas como Signal, que también requiere un número de teléfono, pero ofrece un enfoque más estrictamente centrado en el cifrado de extremo a extremo en todos los chats, o aplicaciones que no requieren identificación alguna, podrían ser más adecuadas para quienes buscan un verdadero refugio en la privacidad digital.