Siempre ha existido un choque de generaciones entre padres, madres, hijos e hijas. Sin embargo, esta diferencia se ha intensificado en la última década, al nacer nativos digitales que no conocieron el mundo sin conectividad constante.
Para los "inmigrantes digitales" que han tenido que adaptarse a esta nueva era, puede ser un reto ver el mundo desde la perspectiva de nativos digitales, y puede resultar difícil empatizar con los niños y niñas que en ocasiones, utilizan su libertad online ra actuar de forma inapropiada.
A pesar de esta desconexión, no tiene por qué ser un obstáculo insalvable. Si se toma el tiempo necesario para comprender y dialogar sobre el impacto de los comportamientos indeseables en Internet, puede enseñar a sus hijos e hijas valiosas lecciones para la vida en la era digital.
¿Qué significa comportarse mal en internet?
Reconozcámoslo: los niños pueden ser impulsivos. Pero eso forma parte de su naturaleza. Los investigadores creen que la corteza cerebral frontal y prefrontal -áreas responsables del control del comportamiento- aún no están completamente desarrollados en los adolescentes. ¿Cuál es el resultado? Mayor impulsividad y propensión a correr riesgos.
Sin embargo, asumir riesgos no es necesariamente malo. Para las mamás y los papás, puede dar miedo, pero forma parte del crecimiento, donde se desarrolla la confianza, la resistencia y se empieza a comprender la importancia del sentido común. El problema surge cuando la impulsividad se convierte en temeridad, poniendo en peligro la salud mental y física, la economía e incluso la seguridad de otras personas.
Es más, los riesgos van más allá del entorno personal. Si las credenciales de trabajo se utilizan sin cuidado, los delincuentes pueden secuestrar correos electrónicos u otras cuentas para acceder a datos confidenciales de la empresa, facilitando el robo de información y la extorsión. Y si estas credenciales se reutilizan en varios servicios, los delincuentes pueden lanzar ataques de relleno de credenciales, desbloqueando múltiples cuentas y ampliando aún más los daños y problemas.
¿Qué tipos de comportamiento plantean riesgos?
Exposición excesiva de datos personales
Las redes sociales, los juegos en línea, las salas de chat y otras plataformas están llenas de información personal de niños y adolescentes. Y los delincuentes -como los depredadores en línea y los estafadores- están siempre al acecho para explotar estos datos.
El robo de identidad es una amenaza creciente. En 2022, casi un millón de niños en Estados Unidos fueron víctimas de este tipo de delito, causando pérdidas que superaron los 1.000 millones de dólares para sus familias. La información personal de los menores está especialmente en el punto de mira porque, al carecer de historial crediticio, puede utilizarse en fraudes sin levantar sospechas. Es más, muchos niños y adolescentes ni siquiera se dan cuenta de que sus datos están siendo explotados para abrir cuentas bancarias o solicitar tarjetas de crédito a su nombre.
Conversaciones con desconocidos
Compartir demasiada información personal también puede atraer la atención de los depredadores en línea, que a menudo se hacen pasar por niños o adolescentes para acercarse a sus víctimas. En algunos casos, esto puede dar lugar a abusos en el mundo real, aunque el objetivo más común es la sextorsión.
La sextorsión se produce cuando un depredador convence a un niño o adolescente para que envíe imágenes o vídeos explícitos. Una vez en posesión de este material, el delincuente comienza a chantajear a la víctima, exigiéndole más contenido o incluso dinero, bajo la amenaza de hacer públicas las imágenes.
El FBI advierte de que entre octubre de 2021 y marzo de 2023 recibió más de 13.000 denuncias de sextorsión financiera a menores en Estados Unidos, con al menos 20 casos de suicidio relacionados con este delito.
Mentir sobre la edad
Según una investigación del regulador británico Ofcom, un tercio de los menores de entre 8 y 17 años con perfil en redes sociales utiliza una edad falsa. A menudo lo hacen para encajar en su grupo de amigos y evitar el miedo a perderse algo (FOMO).
El problema es que esta práctica puede exponerles a contenidos inadecuados para su edad y a publicidad dirigida a adultos. Como advierte Ofcom, si un niño de ocho años crea una cuenta diciendo que tiene 13, cuando realmente cumpla esa edad podría tener acceso a contenidos dirigidos a un público adulto.
Sexting
La impulsividad típica de la adolescencia puede meter a los jóvenes en serios problemas, especialmente cuando se trata de sexting, el envío de imágenes íntimas. Investigaciones recientes indican que casi 1 de cada 10 adolescentes estadounidenses de entre 13 y 17 años ha compartido imágenes explícitas sin consentimiento.
Además de las consecuencias emocionales, esta práctica puede tener implicaciones legales, ya que compartir estas imágenes puede considerarse ilegal. También puede abrir la puerta a la sextorsión y al ciberacoso, causando un gran sufrimiento psicológico a las víctimas.
Ciberacoso
El acoso siempre ha sido común entre los niños, por diversas razones. Internet no ha hecho sino ampliar las posibilidades de que se produzca al conectar a un mayor número de compañeros. Las investigaciones demuestran que la mitad de los adolescentes estadounidenses han sufrido ciberacoso.
Este tipo de agresión puede causar daños emocionales y físicos, además de dañar la autoestima. La llegada de imágenes falsas generadas por IA, como los deepfakes con contenido íntimo, solo tiende a exacerbar estos problemas.
Atacar o engañar a otros
a veces los jóvenes utilizan sus conocimientos técnicos con fines perjudiciales, sin comprender plenamente las consecuencias de sus actos. Hace unos años, un informe de la National Crime Agency (NCA) del Reino Unido reveló que niños de tan sólo nueve años fueron sorprendidos realizando ataques DDoS. Hay una larga lista de adolescentes culpables de ciberataques, algunos incluso graves, como extorsión de datos y ransomware. En algunos casos, la motivación ni siquiera es el lucro, sino el deseo de presumir en grupos online, aunque las autoridades no lo interpreten de la misma manera. Los antecedentes penales pueden arruinar la vida de un joven durante muchos años, poniendo en peligro su futuro.
¿Qué pueden hacer las personas responsables?
En la mayoría de los casos, el consejo es el mismo. Como padre, es importante que:
- Establece normas claras de comportamiento;
- Da el ejemplo de buenos hábitos digitales (por ejemplo, evita compartir más de la cuenta y tener comportamientos de riesgo en la red);
- Utiliza controles parentales cuando sea necesario para supervisar el uso y bloquear el acceso a contenidos inapropiados;
- Habla abiertamente de los peligros de los comportamientos inadecuados (como el sexting, el oversharing, el ciberacoso, etc.) y de la importancia de la seguridad en línea y el respeto a los demás.
También puedes:
- Configurar las cuentas online y elegir plataformas adecuadas a su edad (para evitar el riesgo de mentir sobre la edad);
- Asegurar que la configuración de privacidad limita quién puede ver sus cuentas (para reducir la exposición a acosadores, depredadores y estafadores);
- Compartir formas de desarrollar sus habilidades de hacking de forma positiva, a través de cursos ofrecidos por instituciones gubernamentales o privadas, o recursos en línea como videojuegos para aprender ciberseguridad (si le preocupa que ataquen a otras personas);
- Descargar software antimalware de un proveedor de confianza;
- Asegurarse de que descarguen aplicaciones solo de tiendas oficiales
Sobre todo, mantén abiertas las líneas de comunicación siempre que sea posible. Que los niños y niñas entiendan la diferencia entre el buen y el mal comportamiento en internet, pero también que sepan que siempre estarás ahí para escuchar si tienen alguna inquietud. Al fin y al cabo se trata también de educar a la próxima generación de usuarios de Internet para que sean respetuosos y conscientes de los riesgos.