“Continuar con Google” es una forma muy sencilla de registrarse e iniciar sesión en un sitio web o una aplicación. Todo lo que tienes que hacer es pulsar o hacer clic en el botón y permitir que algunos de los datos personales de tu cuenta se compartan con el servicio online de terceros.
Muchos sitios te permiten iniciar sesión con tu cuenta de Facebook, Google, Microsoft, LinkedIn, Apple u otra cuenta de una gran empresa tecnológica; hoy se busca la comodidad y no suelen faltar opciones para elegir y satisfacer todos los gustos.
Cuando vinculas tu acceso a Google con otro servicio, estás autorizando a Google a compartir tu información personal a cambio de facilidad de acceso y comodidad. ¿Hasta qué punto puede ser seguro?
Para ayudarte a encontrar un equilibrio entre seguridad y comodidad, te contamos los pros y los contras de utilizar este método de autenticación denominado inicio de sesión único (SSO), también conocido como inicio de sesión social, para tus cuentas personales online.
Un único inicio de sesión para todos
Primero lo primero: ¿qué es exactamente el SSO? Es un esquema de autenticación que permite a una organización obtener acceso consentido a tu información personal al tiempo que te permite registrarte e iniciar sesión en sus servicios en lugar de exigirte que te registres a través de un formulario independiente.
No es de extrañar que esta práctica sea tan común en todo Internet:
- Facilidad de registro y acceso. En lugar de tener que rellenar otro formulario con su nombre, apellidos, número de teléfono o dirección de correo electrónico, solo tiene que hacer clic en su opción SSO preferida y compartir esos datos (y posiblemente también otros) con la nueva aplicación o sitio web. [Es importante destacar que su contraseña nunca se comparte con el sitio web, sino que su identidad se verifica mediante un token de autenticación]
- Atracción y captación de usuarios. Los servicios en línea saben muy bien que cuanto más fácil te resulte registrarte e iniciar sesión, más probable es que lo hagas y vuelvas a hacerlo.
- Se acabó el cansancio de las contraseñas. Diferentes sitios web tienen diferentes requisitos de contraseña; además, debemos utilizar una combinación única de nombre de usuario y contraseña cada vez. Pero gracias a esta implementación de SSO, establecer una contraseña segura con una sola de las grandes plataformas de Internet puede darte acceso a cientos de otros sitios web, reduciendo enormemente el número de contraseñas que necesitas crear y memorizar.
- Mejor prevención de los compromisos de cuentas autoinfligidos (en algunos casos). A medida que nuestras listas de contraseñas se vuelven demasiado extensas para recordarlas, muchas personas pueden llevar un registro de sus credenciales en papel o en una hoja de cálculo Excel. Pero, ¿qué ocurre si alguien se hace con esa lista de contraseñas? Tener que recordar únicamente la contraseña de tu cuenta de Google y proteger la cuenta adecuadamente puede reducir la necesidad de generar, y luego depender, de una lista de contraseñas mal protegida (por ejemplo, si los gestores de contraseñas no son lo tuyo).
Entonces, ¿deberías utilizar siempre SSO?
La respuesta es clara: no.
Aunque el SSO ofrece algunas ventajas importantes al usuario, le expone a riesgos que pueden no revelarse hasta que sea demasiado tarde. ¿Cuáles son algunas de las implicaciones?
- Todos los huevos están en la misma cesta. Si tus credenciales de Facebook o Google caen en las manos equivocadas, los ciberdelincuentes no solo tendrán acceso a esa cuenta, sino también a todos los sitios web a los que la hayas vinculado. Lo que nos lleva al siguiente punto…
- Protege tu cuenta principal “como si tu vida dependiera de ello”. Una contraseña segura —quizá en forma de frase de contraseña que consista en una frase que mezcle mayúsculas, minúsculas y números— puede ser clave para proteger tus cuentas y datos personales. Si por alguna razón no usas un gestor de contraseñas, quizá puedas plantearte elegir una frase de contraseña en un formato que te permita añadirle el nombre del sitio web, pero sin que toda la cadena sea demasiado predecible.
- Cuestiones de privacidad. Cuando vinculas cuentas, estás permitiendo que tu información personal se transmita al sitio web y, debido a lo fácil que es configurarlo, podrías estar consintiendo la transferencia de más información de la que te imaginas. Y aunque Facebook, Google, Microsoft o Apple te permiten comprobar todas tus conexiones con terceros, revocar el acceso no significa que también estés revocando el consentimiento de un sitio web para utilizar tus datos. Además, si después de “eliminar conexiones” vuelves a entrar en el mismo sitio web y utilizas tu login social preferido, te dejarán entrar igual que antes, como si nunca hubieras revocado el acceso.
- Atracción y captación de usuarios (y las implicaciones para tu huella digital). Es cierto que hemos mencionado la captación eficaz de usuarios como una de las ventajas del SSO para aplicaciones y sitios web, pero puede ser un arma de doble filo. Si acabas registrándote en aplicaciones o sitios web que nunca has necesitado tanto, ¿cuánto tardarás en olvidarte de ellos? Para evitarlo, asegúrate de llevar un registro de todos los sitios web en los que te registraste y de la información personal que guardan sobre ti; por ejemplo, la información de tu tarjeta de crédito puede estar almacenada en un sitio web que hayas utilizado una vez y del que te hayas olvidado. Aunque esto puede ocurrir independientemente de cómo inicies sesión, la naturaleza sin fricciones del método “exprés” puede hacerte más propenso a olvidarte de todas esas aplicaciones o sitios web en los que una vez iniciaste sesión con tu cuenta de Google o Facebook.
Entonces, ¿con SSO o sin SSO?
Cuando se combinan con otras medidas de seguridad y privacidad, los inicios de sesión sociales pueden ahorrar mucho tiempo. Pero en el caso de los sitios web que guardan tu información personal, como tu nombre completo, dirección, datos bancarios o números de tarjeta de crédito, es más seguro optar por una cuenta independiente protegida por una frase de contraseña compleja y única, junto con la autenticación de dos factores (2FA).
En resumen, considera el uso de SSO solo si:
- habilitas la autenticación de doble factor (2FA) en la cuenta principal, ya que así será más difícil que alguien se haga pasar por ti en Internet,
- confía en la plataforma que utilizas para acceder al otro sitio web; no obstante, la confianza es algo voluble y debes tomar otras precauciones,
- utiliza servicios de pago como PayPal o una tarjeta de crédito virtual como opciones de pago para cualquier sitio web al que hayas accedido utilizando SSO; esto te ayudará a evitar que se filtren tus datos bancarios,
- utiliza la configuración de tu cuenta principal para realizar un seguimiento de todos los sitios web a los que la has vinculado.
¿Hay alguna otra forma?
Equilibrar el fácil acceso a todas tus cuentas online y mantenerlas seguras puede ser todo un reto. Existen otras formas de conseguirlo además de los inicios de sesión sociales:
Una alternativa obvia consiste en crear una cuenta independiente para cada servicio y utilizar un gestor de contraseñas que te evite el dolor de cabeza que supone crear, gestionar y rellenar automáticamente tus credenciales de inicio de sesión. Otra opción es usar una dirección de correo electrónico desechable, sobre todo para sitios web que no te interesan demasiado o que no piensas volver a utilizar. Además, algunos gobiernos han creado una identificación única de ciudadano que da a la gente acceso en línea a servicios ofrecidos por algunas organizaciones públicas y privadas.
Sea cual sea el método que elijas, podrás disfrutar de tu presencia en Internet sin demasiados problemas (o prisas) siempre que sigas las prácticas generales de ciberhigiene, como evitar revelar tus credenciales, activar el 2FA y ser consciente de toda tu huella digital.